Los valores que sostienen la democracia

La democracia es un pacto vivo que se renueva en cada elección, en cada debate público y en cada renuncia personal por el bien colectivo. 

Por Águeda Villa Gaviria

La democracia no es un estado perfecto ni una conquista definitiva, pero se encuentra en la sociedad de manera permanente, es un sistema vivo que se cultiva todos los días en medio de tensiones, acuerdos y renuncias.

Se la contempla a veces como un escenario en el que todo los derechos se ejercen en la libertad y la igualdad, pero la verdad es que exige límites. ¿Cuáles son? ¿Por qué se habla de una crisis en la democracia?

Los pilares que sostienen la democracia

Algunos de los valores que la sustentan son innegociables y otros, adaptables para el propósito de sostener el pacto democrático. La igualdad de todos ante la ley, la participación ciudadana, el pluralismo y el respeto por la dignidad humana son algunos de los fundamentales y la experiencia histórica demuestra que ninguna democracia funciona si alguno de ellos es llevado al extremo absoluto.  

 

“La democracia presupone al menos intentar compatibilizar el mayor grado de libertad y de igualdad posible, que son sus dos valores esenciales. Llevar a la democracia al terreno implica tratar de darles juego a esos dos valores que pueden estar en tensión, todos los deseamos, pero muchas veces no se pueden tener al mismo tiempo en igual grado”, explica Antonio Barboza, director de Ciencias Jurídicas de la Escuela de Derecho de EAFIT. 

 

La democracia apuesta por la libertad porque es una forma de participar directa o indirectamente, dependiendo de los mecanismos de creación de las leyes que gobiernan y de la forma de incidir en las decisiones políticas básicas. “Es como darnos leyes a nosotros mismos y garantizar de alguna manera la autonomía de los seres políticos”, explica Barboza y agrega quela libertad sin límites puede llevar a abusos, la igualdad puede quebrarse en un enunciado vacío sin políticas efectivas, y la participación sin reglas claras corre el riesgo de convertirse en caos”. 

 

La base que sostiene los sistemas democráticos es bastante paradójica: cada valor necesita ser equilibrado por otro para que la convivencia sea posible; en ese sentido, la democracia no es el reino de lo absoluto, sino un escenario que requiere la constante negociación.  

 

“La democracia siempre ha estado en cuestión, retada por los contextos, por la coyuntura, por los cambios más estructurales; siempre se ha dicho que está en crisis, y, al ser un proyecto inacabado, enfrenta distintos retos que obligan a repensarla”.

Antonio Barboza

 

 
Valores de la democracia

Renuncias necesarias de la democracia 

Hay una pregunta incómoda pero necesaria que debemos hacernos: ¿qué estamos dispuestos a entregar en nombre de la democracia? Por lo general la respuesta encierra ceder parte de la libertad individual para proteger a otros, renunciar a ciertos privilegios heredados en favor de una sociedad más equitativa, y aceptar que no siempre gana la opción propia, sino la que logre mayor consenso, siendo esta última la renuncia que más nos cuesta, y que genera más conversaciones y debates. 

Renunciar no significa perder los derechos, sino, más bien, reconocer la necesidad de asumir responsabilidades. Como lo han demostrado distintos procesos sociales y, aunque suene a lugar común, la democracia se fortalece cuando se reconoce que la libertad de cada uno termina donde empieza la del otro.  

La libertad como base de la democracia

La democracia, sin duda, está asociada a la autonomía y a la posibilidad de decidir qué es lo bueno para el individuo y para todos como sociedad, pero requiere libertad en sí misma: libertad de expresión, de pensamiento, de enseñanza, de ocupación, de oficio y de asociación. 

“La posibilidad de tener cierto grado de propiedad privada para tener control sobre mi vida y para poder opinar libremente: es decir, la democracia presupone unas libertades, y tiene detrás a la autonomía como un conjunto de esas libertades que hacen posible la participación”, añade Barboza, y menciona que, otro gran valor de la democracia es la forma en la que trata como iguales los intereses, puntos de vista y argumentos de todos, lo que hace que cada voto pese igual. 

¿Está en crisis la democracia?

“La democracia siempre ha estado en cuestión, retada por los contextos, por la coyuntura, por los cambios más estructurales; siempre se ha dicho que está en crisis, y, al ser un proyecto inacabado, enfrenta distintos retos que obligan a repensarla”, afirma Barboza. 

La insinuación de una crisis en la democracia es frecuente a causa de la desconfianza hacia las instituciones, la polarización política y la desigualdad económica que parecen debilitar sus cimientos. Los sistemas democráticos no están destinados a extinguirse, pero sí a reinventarse: para sobrevivir necesitan ciudadanos capaces de negociar, de escuchar al otro y de reconocer que ninguna verdad es absoluta.


Más que una crisis, es simplemente un proceso de transformación y la invitación para repensar su práctica teniendo sus valores como brújula. 

 

 

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