Evolucionar sin miedo, la propuesta para el futuro

El exrector de la Universidad Nacional, Moisés Wasserman, ve con optimismo los cambios que el presente le exige a la educación superior. 

Por María Antonia Giraldo

La respuesta sobre el futuro de la educación superior no es única, los retos son varios y las soluciones no podrían más que verse como propuestas teóricas, ideas cuyos efectos solo se darían “incluso cuando los estudiantes ya hace rato que no son estudiantes”, afirma Moisés Wasserman, exrector de la Universidad Nacional. Aunque el panorama se vea gris, para Wasserman hay mucho por hacer, como plantear un estado del arte más claro, descartar modelos y posiciones dogmáticas, y medirlo todo, no para criticar, sino para observar mejor los resultados de los planteamientos y corregir el camino antes de tener que afrontar consecuencias negativas. Se trata de una evolución natural del sistema que no ha parado desde su surgimiento y que, de hecho, tiene beneficios. Aquí, el profesor entrega algunas ideas sobre la educación superior y las herramientas que se pueden emplear para superar los obstáculos.

El panorama de la educación superior está cambiando y algunos detectan conatos de crisis, ¿qué se tendría que transformar para evitarla?

Primero, me parece importante afinar el diagnóstico y hacerlo preciso, porque se parte de la base, por ejemplo, de que la caída de la matrícula se debe a que la educación dejó de ser interesante para muchas personas, pero puede haber otras razones, por ejemplo, de carácter económico. […] Sin lugar a duda, la matrícula cero en la universidad pública es un hecho importante, pero solo cubriría al 50 %, más o menos, es decir, que el otro 50 % queda en problemas. Es un mito que los que no van a la pública son los ricos, porque muchos de los que necesitan o quieren ir a la educación superior privada enfrentan muchísimas dificultades, que no se resuelven cambiando la educación sino los sistemas de financiación.


Esa es una de las posibles causas, digamos. Otros dicen que la causa es que la educación se ha vuelto poco pertinente o relevante, eso requeriría otras soluciones. Sería ver un poco cuáles son los intereses de los jóvenes y cuáles los campos que tienen potencial de desarrollo y captación de estos jóvenes, porque ahí hay otro mito. Se dice que no hay que ser materialista, pero si uno es sincero, un porcentaje muy grande de los jóvenes estudian porque quieren trabajar en algo que les interesa, pero que también les permita vivir una vida cómoda, digna, construir familias, etcétera. […] Lo que habría que hacer es tratar de ver hacia dónde evoluciona el mundo del conocimiento con el de la producción. La producción en todos los sentidos, que puede presentarse en una forma que a los jóvenes les parezca interesante, importante, y que estén dispuestos a invertir un gran esfuerzo, no solamente económico, sino tanto intelectual como emocional. Hay también la posibilidad de que haya un nivel de obsolescencia en la educación, pero hay que definirlo bien. La historia de la universidad occidental tiene mil años de evolución y no hay que tenerle miedo a eso, hay que abordarlo con seguridad.

Es una cuestión muy amplia pero, ¿qué soluciones se podrían plantear?

Hay varias cosas que me parecen evidentes, parámetros de mejora, por ejemplo, la tendencia a que los programas no sean rígidos, que tengan un nivel de flexibilidad grande, que no sean los mismos para todas las personas, porque las personas son distintas y porque el trabajo que van a hacer después es distinto. Aunque todos se llamen “ingeniero” o “economista”. Es decir, la ingeniería tiene apellidos diferentes, que la persona tiene que escoger, lo mismo con las demás carreras, incluso en las matemáticas o la física.

Otra tendencia bastante clara es que la investigación es cada vez más importante como columna vertebral del proceso educativo, no solamente los resultados por su uso o por el conocimiento que generan, sino que la investigación es importante en el proceso formativo y, por tanto, creo que hoy en día todas las universidades que se precian de dar una buena educación tienen un acento muy importante en el desarrollo investigativo y en la capacidad investigativa de sus de sus estudiantes.

Otro factor a tener en cuenta es la generación de nuevas tecnologías. Por un lado, nuevas tecnologías de comunicación, lo que facilita la ejecución de programas virtuales o en presencia lejana que llaman ahora, o híbridos. La tecnología de la comunicación se vuelve un factor sumamente importante que da mayor acceso, pero hay muchas otras tecnologías que a la larga se relacionan, pero que son autónomas, por ejemplo, la tecnología de la inteligencia artificial y todos sus anexos, que permite hacer instrumentos interactivos de altísima calidad que mejora el trabajo docente y, en cierta forma, lo complementan o pueden hasta reemplazarlo, como en la educación en lenguas extrañas. Para aprender una lengua, un programa de inteligencia artificial corrige el acento, la construcción, sin participación necesaria del docente, sino como complemento a sus clases.

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La idea es no salir con discursos de cambio per se, sino tener muy claro cuáles son los problemas que están generando impedimentos para la buena formación y para la posibilidad de acceso a la educación superior, y esos problemas resolverlos de la mejor manera”.

La investigación aumenta la capacidad del estudiante para resolver problemas, que es lo que va a tener que hacer en la vida. Es un componente muy importante que creo que debe acentuarse, mejorarse y profundizarse”.

¿Qué elementos de la educación superior actual definitivamente están mandados a recoger?

Todo lo que implique rigidez. Esos programas en los que en el primer día ya se sabe exactamente qué se va a estudiar cada semestre, la rigidez de las asignaturas mismas, la rigidez de los salones. Esos programas repetitivos están fuera de época y se vuelven pesados, no atractivos e inútiles.

¿No es esto muy demandante para los profesores?

Los profesores, por definición, deberían ser los más abiertos a las novedades, buscar las novedades, ellos son los que buscan las soluciones a sus problemas y a los problemas de sus estudiantes. El repetidor es cosa del pasado lejano.

¿Cuáles son los retos de los estudiantes, que parecen tener todo cada vez más fácil con los avances tecnológicos?

Me parece que esa es una de las grandes ventajas de toda nuestra tecnología moderna, aumentar la capacidad de crítica del estudiante, y está muy bien que mientras el profesor está diciendo algo, el estudiante pueda revisar si es actual, eso reta al profesor y también le dice que no tiene que dar unos datos simples que el estudiante pueda encontrar en otro lado, sino algo diferente, un acompañamiento distinto. Eso me parece positivo. 

Ahora, sería tratar de tapar el sol con un dedo desconocer que hay problemas de carácter psicológico y la pandemia los acentuó. Hay un aumento grande en la depresión, en apatía, incluso ha habido aumento en el nivel de suicidio juvenil, que es una catástrofe, y eso es imposible negarlo, lo que quiere decir que tiene que haber también allá un componente muy importante de apoyo. No es cuestión de ponerle un guardia o un psicólogo a cada estudiante, pero sí estar muy atento a ese problema.

No creo que haya que esperar a que el estudiante “se porte mejor”, más bien tratar de que entren con interés en la dinámica educativa, que se apropien de su propio programa educativo. Eso tiene más efecto en la madurez personal y en el compromiso del estudiante.

Y en cuanto a las instituciones, ¿qué deben estar trabajando?

Creo que otro de los cambios en la educación, es que cada vez más se da en ambientes diferentes, heterodoxos. Hace unos años una investigación solamente era posible en un laboratorio, hoy hay “tanques” de pensamiento, hay empresas conjuntas, asociaciones, incluso a distancia, en fin, hay mil formas de hacer las cosas. Hay una gran heterodoxia, que es muy positiva porque rompe con esos esquemas rígidos que son inconvenientes en la educación.

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Lo que tenemos que preguntarnos

¿Cuál es el papel de estudiantes y de profesores en la educación del futuro?

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