Los jóvenes son violentos y les gusta el dinero fácil

Por Andrés Felipe Uribe

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Los jóvenes son violentos y les gusta el dinero fácil

Por Andrés Felipe Uribe

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Un rasgo distintivo de la juventud es la tendencia a asumir mayores riesgos. Esta característica se debe al valor que se le da al presente y al poco peso que tiene el futuro en esa época de la vida. Esta manera de relacionarse con el mundo se entiende por la maduración cerebral, la producción de hormonas, el contexto que se habita y otros factores que están documentados desde áreas como la psicología, la economía o la criminología. En la juventud, todos los seres humanos nos sentimos indestructibles; sin embargo, eso no significa que la juventud sea violenta per se.

 “Nosotros hemos venido haciendo encuestas en Medellín para identificar el interés de los jóvenes por entrar a grupos criminales. Queremos saber las razones para focalizar los programas de prevención hacia esta población, y lo que está claro es que la mayoría no están interesados. En Medellín los jóvenes que se vinculan a grupos armados son una minoría, y no lo hacen por un gusto intrínseco por la violencia, sino por circunstancias como violencia en el hogar, consumo de drogas y otras razones”, explica Santiago Tobón, profesor de Economía e investigador del Centro de Valor Público de la Universidad EAFIT.

Estas son algunas de las cifras y testimonios que muestran cuál es la relación de la juventud con la violencia y el dinero fácil.

17.900

menores de 18 años fueron reclutados por grupos armados ilegales entre 1958 y 2020, según la Comisión de la Verdad.

7.307.996

víctimas de desplazamiento forzado tiene el país, según la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas.

41,3% son jóvenes

700 hombres jóvenes por

cada 10 mil hombres jóvenes fue la tasa de homicidio de la comuna 13 de Medellín entre 2009 y 2011.

30.000
modelos webcams aproximadamente tiene Medellín según Fenalweb, organización que vela por los derechos de las personas webcamers.

14.033

homicidios se presentaron en el país en 2023, según el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses.
43% fueron jóvenes y adolescentes.

159
casos de reclutamiento forzado de niños, niñas y jóvenes se reportaron en Colombia en el primer semestre del 2024, según la Defensoría del Pueblo.

50.745

niños, niñas y adolescentes fueron aprehendidos entre 2012 y 2018 por el delito de tráfico, fabricación o porte de estupefacientes según la Dirección de Investigación Criminal de la Policía Nacional y la Policía de Infancia y Adolescencia.

La utilización de menores de edad en este tipo de delitos se debe a que se reduce el riesgo de perder las sustancias ilícitas debido a que las autoridades no los pueden requisar fácilmente, asegura el Observatorio de Drogas.

Mi papá y mi mamá son campesinos y yo también. La decisión de irme para las FARC la tomé solo. No tenía oportunidad de nada, no había donde trabajar, no había donde estudiar y estaban matando a los campesinos. Tenía 15 años y ese era mi único camino. Mi familia no tenía los recursos y ya habíamos sido desplazados una vez. Me fui y no les conté nada a mis papás, porque ningún papá quiere eso para su hijo. En mi mente esa era la única opción. Los del campo pensamos muy diferente a los de la ciudad, y pocos caminos se abren en ese momento. Si uno está viendo que están matando a los demás campesinos, el

siguiente puede ser uno o su familia.

Fue una experiencia muy dura. Vivir en el monte no es fácil, pero gracias a Dios pude salir sano y salvo.

Después de la firma del Acuerdo de Paz tenía mucho miedo. Temía por mi seguridad y luego pude llegar a la ciudad, y uno como campesino también le tiene miedo, pero me he ido adaptando. En los primeros años también era complejo pensar en el futuro, pero gracias a Dios he tenido la oportunidad de laborar sin inconvenientes.

Somos uno con la naturaleza

Mi caso fue por defender a mi papá. Nosotros estábamos en una fiesta con los vecinos y mi papá se puso a pelear con uno de ellos. Como estaban tomados, el vecino fue por el machete y lo hirió con él. Yo por defender a mi papá también me metí e hice lo mismo. Ambos salimos muy lastimados, pero el señor murió.

 Mi familia me ha acompañado mucho en el proceso porque, al final, mi caso fue por legítima defensa […] me dejé ganar por la desesperación y la rabia, no tenía la intención de matar a nadie. Mi papá y mi mamá han gastado mucho dinero en abogados, y yo tengo la esperanza de salir pronto, porque también tengo una hija y he podido verla solo por videollamada.

 Me desespera saber que yo estoy acá, sabiendo que podría estar afuera con mi hija viéndola crecer. Mi caso todavía está en apelación y yo sí quiero, al menos, tener una libertad condicional o tener casa por cárcel, pero debo esperar la decisión final para saber si puedo tener ese beneficio; todo el proceso se puede demorar más tiempo.

Podría decir que entre las razones que me llevaron a estar en un grupo armado ilegal están la falta de dinero, de oportunidades y las necesidades […] por la falta de recursos básicos tomé esas decisiones, pero también fue un atajo, quizás porque me sentía vacía, porque me faltaba mi papá, que se suicidó, y eso me hizo salir a exponerme y a hacer cosas que no debía. Quizás no era lo que yo buscaba, pero era lo único que creía que podía hacer.

Hice parte de bandas en Medellín y también en Planeta Rica, Caucasia, Cartagena y Tarazá. Esto marcó mi juventud porque me llevó a ser habitante de calle, a consumir drogas y a llegar a un punto en el que ni siquiera mi familia sabía de mí, no sabían si yo estaba con vida o qué había pasado conmigo.

En la calle tuve que pasar muchas situaciones incómodas, me sentí en riesgo, que no estaba protegida y por cometer actos ilegales en varias ocasiones me sentí “cogida” porque en ese momento tenía 16 años y estuve casi hasta cumplir 19 y, al ser mayor de edad, podía ir a la cárcel.

Para mí ser joven en la actualidad es ir despacio y no a las carreras, saber pensar las cosas, dedicarse a estudiar para algún día conseguir las cosas legalmente.

*Nombres cambiados para proteger la identidad de los jóvenes.

Los jóvenes son violentos y les gusta el dinero fácil

Por Andrés Felipe Uribe

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17.900

menores de 18 años fueron reclutados por grupos armados ilegales entre 1958 y 2020, según la Comisión de la Verdad.

7.307.996 víctimas de desplazamiento forzado tiene el país, según la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas. 41,3% son jóvenes

700 hombres jóvenes por

cada 10 mil hombres jóvenes fue la tasa de homicidio de la comuna 13 de Medellín entre 2009 y 2011.

30.000
modelos webcams aproximadamente tiene Medellín según Fenalweb, organización que vela por los derechos de las personas webcamers.

14.033

homicidios se presentaron en el país en 2023, según el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses.
43% fueron jóvenes y adolescentes.

 

159
casos de reclutamiento forzado de niños, niñas y jóvenes se reportaron en Colombia en el primer semestre del 2024, según la Defensoría del Pueblo.

50.745

niños, niñas y adolescentes fueron aprehendidos entre 2012 y 2018 por el delito de tráfico, fabricación o porte de estupefacientes según la Dirección de Investigación Criminal de la Policía Nacional y la Policía de Infancia y Adolescencia.

La utilización de menores de edad en este tipo de delitos se debe a que se reduce el riesgo de perder las sustancias ilícitas debido a que las autoridades no los pueden requisar fácilmente, asegura el Observatorio de Drogas.

Un rasgo distintivo de la juventud es la tendencia a asumir mayores riesgos. Esta característica se debe al valor que se le da al presente y al poco peso que tiene el futuro en esa época de la vida. Esta manera de relacionarse con el mundo se entiende por la maduración cerebral, la producción de hormonas, el contexto que se habita y otros factores que están documentados desde áreas como la psicología, la economía o la criminología. En la juventud, todos los seres humanos nos sentimos indestructibles; sin embargo, eso no significa que la juventud sea violenta per se.
    “Nosotros hemos venido haciendo encuestas en Medellín para identificar el interés de los jóvenes por entrar a grupos criminales. Queremos saber las razones para focalizar los programas de prevención hacia esta población, y lo que está claro es que la mayoría no están interesados. En Medellín los jóvenes que se vinculan a grupos armados son una minoría, y no lo hacen por un gusto intrínseco por la violencia, sino por circunstancias como violencia en el hogar, consumo de drogas y otras razones”, explica Santiago Tobón, profesor de Economía e investigador del Centro de Valor Público de la Universidad EAFIT.
    Estas son algunas de las cifras y testimonios que muestran cuál es la relación de la juventud con la violencia y el dinero fácil.

Mi papá y mi mamá son campesinos y yo también. La decisión de irme para las FARC la tomé solo. No tenía oportunidad de nada, no había donde trabajar, no había donde estudiar y estaban matando a los campesinos. Tenía 15 años y ese era mi único camino. Mi familia no tenía los recursos y ya habíamos sido desplazados una vez. Me fui y no les conté nada a mis papás, porque ningún papá quiere eso para su hijo. En mi mente esa era la única opción. Los del campo pensamos muy diferente a los de la ciudad, y pocos caminos se abren en ese momento. Si uno está viendo que están matando a los demás campesinos, el siguiente puede ser uno o su familia.

Fue una experiencia muy dura. Vivir en el monte no es fácil, pero gracias a Dios pude salir sano y salvo.

Después de la firma del Acuerdo de Paz tenía mucho miedo. Temía por mi seguridad y luego pude llegar a la ciudad, y uno como campesino también le tiene miedo, pero me he ido adaptando. En los primeros años también era complejo pensar en el futuro, pero gracias a Dios he tenido la oportunidad de laborar sin inconvenientes.

Mi caso fue por defender a mi papá. Nosotros estábamos en una fiesta con los vecinos y mi papá se puso a pelear con uno de ellos. Como estaban tomados, el vecino fue por el machete y lo hirió con él. Yo por defender a mi papá también me metí e hice lo mismo. Ambos salimos muy lastimados, pero el señor murió.

    Mi familia me ha acompañado mucho en el proceso porque, al final, mi caso fue por legítima defensa […] me dejé ganar por la desesperación y la rabia, no tenía la intención de matar a nadie. Mi papá y mi mamá han gastado mucho dinero en abogados, y yo tengo la esperanza de salir pronto, porque también tengo una hija y he podido verla solo por videollamada.

    Me desespera saber que yo estoy acá, sabiendo que podría estar afuera con mi hija viéndola crecer. Mi caso todavía está en apelación y yo sí quiero, al menos, tener una libertad condicional o tener casa por cárcel, pero debo esperar la decisión final para saber si puedo tener ese beneficio; todo el proceso se puede demorar más tiempo.

Podría decir que entre las razones que me llevaron a estar en un grupo armado ilegal están la falta de dinero, de oportunidades y las necesidades […] por la falta de recursos básicos tomé esas decisiones, pero también fue un atajo, quizás porque me sentía vacía, porque me faltaba mi papá, que se suicidó, y eso me hizo salir a exponerme y a hacer cosas que no debía. Quizás no era lo que yo buscaba, pero era lo único que creía que podía hacer.

    Hice parte de bandas en Medellín y también en Planeta Rica, Caucasia, Cartagena y Tarazá. Esto marcó mi juventud porque me llevó a ser habitante de calle, a consumir drogas y a llegar a un punto en el que ni siquiera mi familia sabía de mí, no sabían si yo estaba con vida o qué había pasado conmigo.

    En la calle tuve que pasar muchas situaciones incómodas, me sentí en riesgo, que no estaba protegida y por cometer actos ilegales en varias ocasiones me sentí “cogida” porque en ese momento tenía 16 años y estuve casi hasta cumplir 19 y, al ser mayor de edad, podía ir a la cárcel.

    Para mí ser joven en la actualidad es ir despacio y no a las carreras, saber pensar las cosas, dedicarse a estudiar para algún día conseguir las cosas legalmente.

*Nombres cambiados para proteger la identidad de los jóvenes.