Todo líder es extrovertido y carismático

Quizás todos hemos admirado a alguien por su elocuencia y capacidad para movilizar, y hemos creído que para ser líder hay que nacer con carisma. Aunque esta cualidad puede abrir puertas y generar vínculos emocionales, no es suficiente para guiar equipos y generar transformaciones positivas y sostenibles.

Para Alexander Garzón Lasso, director de In-Sight, Centro de Liderazgo de Impacto de la Universidad EAFIT, el carisma es una herramienta poderosa, pero no es el único pilar del liderazgo. “Existen líderes introvertidos que logran generar confianza y vínculo a través de su conocimiento o la profundidad de sus ideas. Sin importar el estilo, liderar no es solo conectar, también implica actuar. Un verdadero liderazgo es aquel que lleva a las personas de un punto A a un punto B, y alcanza metas correctas”.

Este atributo, aunque importante, es un mecanismo de poder que puede ser usado de manera positiva o negativa. Sin acciones claras y coherentes, las ideas carismáticas se quedan en discursos vacíos. “Después de un mensaje inspirador, puede quedar una sensación de ilusión que, si no se traduce en hechos, termina en frustración”, advierte Garzón Lasso.

Cuando el carisma no está acompañado de ética, puede convertirse en una herramienta peligrosa de manipulación. A lo largo de la historia se han visto ejemplos de líderes que, amparados en su capacidad de conectarse emocionalmente con las masas, desviaron ese poder hacia fines destructivos. Tal es el caso de Idi Amin Dada, militar y dictador que gobernó Uganda, quien desde su carisma y autoridad supo ganarse la adhesión de muchos, pero utilizó su influencia para instaurar un régimen de miedo y violencia.

Para que el carisma sea una herramienta constructiva, debe estar acompañado de pensamiento crítico, autoconciencia y escucha activa. “Un líder carismático necesita reconocer también su propia vulnerabilidad, porque solo así podrá guiar con responsabilidad y compromiso”, concluye el director de In-Sight.