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El poder, fragmento a fragmento
Por María Paula Hernández B.
Romantizamos el liderazgo y desdeñamos el poder; pero ambos fenómenos están ligados: el liderazgo es una forma de ejercicio del poder. ¿Cómo podemos abrazar la naturaleza de este fenómeno humano para cuidar el bienestar común?
Por una poética del poder
Cuando le restamos a nuestra mirada sobre el poder los juicios de valor que suelen empañarla, encontramos que se trata de un fenómeno social y comunicacional antiguo y eminentemente humano. No es bueno ni malo: existen diversas maneras de ejercerlo, y el liderazgo es una de ellas. En el fondo, siempre subyace la capacidad que tiene alguien de expandir su yo sobre otros, sin que esto constituya necesariamente una situación violenta, como lo anota Claudia Restrepo, rectora de EAFIT y profesora de Liderazgo y dirección, citando al filósofo Byung-Chul Han. El poder, entonces, más allá de una guerra, puede ser una danza.
El liderazgo es poder creativo
Aunque pueda ser utilizado como una herramienta de opresión, en su naturaleza primaria el poder es creador de saberes, acciones, cosas y discursos: reúne fuerzas y las ordena para hacerlas crecer. “El poder es la capacidad de producir verdad, determinar lo conveniente, lo bueno y lo bello”, señala Francisco López, profesor de Dirección y Liderazgo en EAFIT. La delgada línea que ubica al liderazgo en una u otra categoría moral involucra múltiples consideraciones sobre las causas justas, los medios elegidos y los grupos afectados.
Hacia una ética del cuidado
Si el poder es la expansión de un yo sobre otros, la ética del cuidado es el examen crítico y minucioso de aquel mundo interior que se materializa a través de él. En el conocimiento y cuidado que el líder hace de sí mismo, empieza el cuidado de las otras personas, así como de la naturaleza y las demás formas de vida. “El liderazgo que no se cuida se corrompe. El liderazgo que se cuida transforma”, apunta Restrepo.
Una relación de legitimidad
El liderazgo es un fenómeno colectivo que implica una relación en la que coinciden los intereses de todos los que están involucrados. Se expresa de formas distintas en contextos específicos, pero siempre en la invitación del líder deben estar reunidos los objetivos del grupo. López lo denomina “ecuación de intereses”, y es una de las claves de legitimidad que iluminan el ejercicio del liderazgo orientado hacia el bien común.

Tres instancias en equilibrio
El poder transformador, el que beneficia al colectivo, equilibra el para qué, el cómo y el qué, explica Claudia Restrepo. Esto es, las causas, los medios y la construcción simbólica y narrativa que cohesiona al grupo alrededor de un líder. Este equilibrio, a su vez, requiere de sujetos formados que vigilen crítica y reflexivamente el ejercicio del poder. Por eso, la educación tiene un rol crucial en cualquier ecuación de poder, agrega López.
Otra mirada sobre el poder
El liderazgo abraza la idea del poder y se distancia de su concepción negativa para reconocerlo en la práctica y ejercerlo con libertad. En palabras de Michel Foucault, “hay que cesar de describir siempre los efectos de poder en términos negativos: ‘excluye’,‘reprime’,‘rechaza’, ‘censura’,‘abstrae’,‘disimula’, ‘oculta’. De hecho, el poder produce; produce realidad. […] Hay que concebirlo como una red productiva que recubre todo el cuerpo social, y no tanto como una instancia negativa cuya función consista en oprimir”.