Mito

Las nuevas generaciones tienen poco que aportar a las organizaciones

Por María Camila López

Mito

Las nuevas generaciones tienen poco que aportar a las organizaciones

Por María Camila López

Datos mito 3

La falta de experiencia es una de las mayores barreras a la hora de encontrar trabajo. No en vano, la cifra de desempleo juvenil se ubicó 17,7 % en 2023, según datos del DANE, y sus ingresos se calcula que están un 22 % por debajo de los de la población adulta, tal y como lo señala el informe Panorama del empleo juvenil en Colombia 2016-2023 de la Organización Internacional del Trabajo.

 

Sin embargo, aunque la falta de experiencia puede plantear desafíos no se puede desconocer que los jóvenes traen consigo energía, creatividad y capacidad de adaptación, virtudes invaluables en la economía actual. Juan Camilo Chaparro, doctor en Economía Aplicada de la Universidad de Minnesota y profesor de EAFIT, sostiene que este mito ignora un aspecto fundamental de la economía moderna: la capacidad de innovación de los jóvenes. “Investigaciones han demostrado que las nuevas generaciones, al no estar condicionadas por los métodos tradicionales, tienen una mayor disposición a adoptar tecnologías emergentes y a ofrecer soluciones disruptivas que potencian la competitividad de las empresas. Esto, combinado con su adaptabilidad y la habilidad de aprender rápidamente, los convierte en activos estratégicos”.

 

Además, agrega que la poca experiencia laboral no es sinónimo de falta de habilidades: “Muchos jóvenes desarrollan competencias transferibles.

 

a través de su educación y experiencias extracurriculares que son altamente relevantes en el entorno laboral, como la creatividad, el trabajo en equipo y la resolución de problemas”. Por eso recuerda que la calidad de la educación es crucial, pues la falta de acceso y de formación sólida puede limitar las oportunidades laborales. En ese sentido, las universidades tienen el reto de conectar a los estudianes con las necesidades de las organizaciones y los territorios, y deben ser un puente para propiciar experiencias laborales tempranas y oportunas.

 

Por su parte, Eduardo Lora, exdirector de Fedesarrollo, máster de Ciencia en Economía de la London School of Economics y asociado del Centro para el Desarrollo Internacional de Harvard, afirma que: “Necesitamos carreras que respondan a las necesidades reales del mercado. Y eso no significa que debamos menospreciar las capacidades de los jóvenes, sino orientarlos hacia campos donde su talento sea requerido”. Con respecto a los elevados índices de desempleo juvenil, afirma que “la clave es que comprendan la realidad del mercado laboral y usen su frustración como una herramienta para demandar políticas públicas que resuelvan sus problemas. Y aunque la falta de experiencia es un desafío determinante, no debe ser visto solo como una desventaja”.

Josefina Agudelo Trulillo 

Presidenta de TCC

63 años

una historia más allá de la experiencia

He visto de primera mano cómo los jóvenes aportan un valor incalculable a las empresas. Durante mi carrera aprendí que la experiencia no siempre se traduce en habilidades o en innovación. En TCC implementamos proyectos innovadores gracias a la perspectiva de jóvenes que, aunque con menos años de experiencia, tenían una visión clara y disruptiva.

 

En mi primer trabajo, que también fue en TCC, comprendí que mi principal tarea era aprender. Enfrenté desafíos porque, al ser la hija del dueño, debía establecer límites y trabajar con humildad; sin embargo, lo hice y empecé a ganar experiencia. En ese entonces las relaciones y las posibilidades eran muy diferentes, y existían paradigmas que hoy han cambiado. Por ejemplo, se consideraba que los jóvenes que cambiaban de trabajo con frecuencia eran inestables; renunciar después de haber sido capacitado se veía como un acto de deslealtad; el sueño era conseguir un trabajo para pensionarse, y los problemas familiares se dejaban en casa. Hoy en día se comprende mejor lo que significa ser humano en un entorno laboral.

 

Los jóvenes de hoy buscan un trabajo donde sean respetados y se les permita ser auténticos, donde puedan aprender constantemente. Quieren un jefe que los acompañe y un empleo con un propósito superior. Para ellos, el dinero es un medio para lograr muchas cosas, pero no es el fin último. Las empresas deben adaptarse a estas nuevas formas de pensar y apoyarlos; deben inculcar una visión más generosa y abierta.

 

Lo que he aprendido en mis años de experiencia es que el valor de un empleado no siempre se mide por la cantidad de años trabajados, sino por su capacidad para pensar de manera diferente y adaptarse a los cambios. Los jóvenes tienen una agilidad mental que es crucial en el entorno empresarial actual. Esa capacidad para innovar y adaptarse rápidamente a nuevas circunstancias no se puede subestimar. La diversidad de pensamiento impulsa el crecimiento; por eso creo firmemente que el mito de que los jóvenes con menos experiencia no aportan lo suficiente es solo eso: un mito. La verdadera riqueza de un equipo radica en la combinación de experiencia y nuevas perspectivas, y los jóvenes desempeñan un papel crucial en esa dinámica.

Josefina Agudelo Trulillo 

Presidenta de TCC

63 años

una historia más allá de la experiencia

He visto de primera mano cómo los jóvenes aportan un valor incalculable a las empresas. Durante mi carrera aprendí que la experiencia no siempre se traduce en habilidades o en innovación. En TCC implementamos proyectos innovadores gracias a la perspectiva de jóvenes que, aunque con menos años de experiencia, tenían una visión clara y disruptiva.

 

En mi primer trabajo, que también fue en TCC, comprendí que mi principal tarea era aprender. Enfrenté desafíos porque, al ser la hija del dueño, debía establecer límites y trabajar con humildad; sin embargo, lo hice y empecé a ganar experiencia. En ese entonces las relaciones y las posibilidades eran muy diferentes, y existían paradigmas que hoy han cambiado. Por ejemplo, se consideraba que los jóvenes que cambiaban de trabajo con frecuencia eran inestables; renunciar después de haber sido capacitado se veía como un acto de deslealtad; el sueño era conseguir un trabajo para pensionarse, y los problemas familiares se dejaban en casa. Hoy en día se comprende mejor lo que significa ser humano en un entorno laboral.

 

Los jóvenes de hoy buscan un trabajo donde sean respetados y se les permita ser auténticos, donde puedan aprender constantemente. Quieren un jefe que los acompañe y un empleo con un propósito superior. Para ellos, el dinero es un medio para lograr muchas cosas, pero no es el fin último. Las empresas deben adaptarse a estas nuevas formas de pensar y apoyarlos; deben inculcar una visión más generosa y abierta.

 

Lo que he aprendido en mis años de experiencia es que el valor de un empleado no siempre se mide por la cantidad de años trabajados, sino por su capacidad para pensar de manera diferente y adaptarse a los cambios. Los jóvenes tienen una agilidad mental que es crucial en el entorno empresarial actual. Esa capacidad para innovar y adaptarse rápidamente a nuevas circunstancias no se puede subestimar. La diversidad de pensamiento impulsa el crecimiento; por eso creo firmemente que el mito de que los jóvenes con menos experiencia no aportan lo suficiente es solo eso: un mito. La verdadera riqueza de un equipo radica en la combinación de experiencia y nuevas perspectivas, y los jóvenes desempeñan un papel crucial en esa dinámica.

 

Siempre me he sentido impulsada por la curiosidad y el deseo de aprender. A los 16 años, cuando me gradué del Colegio Montessori, me preparaba para una experiencia internacional que se truncó debido a la pandemia. En lugar de frustrarme, utilicé el tiempo para avanzar en mis estudios de Administración y Mercadeo en la Universidad EAFIT. La pandemia me enseñó a adaptarme y a ser resiliente en un entorno cambiante.

 

Mi proyecto de emprendimiento, Helpy, es un claro reflejo de esto. Se trata de un centro de salud enfocado en educación pediátrica, que busca promover el bienestar físico y emocional de niños y adolescentes. A pesar de mi juventud, creo que mi experiencia personal y mi entendimiento de las nuevas generaciones me permiten ofrecer soluciones innovadoras y empáticas

 

Enfrenté muchos desafíos al comenzar mi carrera, especialmente en un entorno empresarial que a veces subestima a los jóvenes por su falta de experiencia. Sin embargo, creo firmemente que nuestra capacidad para adaptarnos y nuestra perspectiva única pueden ser enormes activos para cualquier organización. Mi generación está preparada para desafiar el statu quo y aportar valor de formas que antes no se imaginaban.

 

El desempleo juvenil es un reto significativo, pero, con un cambio en la mentalidad y una mejor conexión entre el sistema educativo y el mercado laboral, podemos lograr avances importantes. Mi visión para el futuro es seguir creciendo profesionalmente y contribuyendo al cambio con proyectos que promuevan el bienestar y el desarrollo integral de las personas.

 

De una Mente inquieta nacen las mejores ideas

Sofía
Valencia
Abad

Fundadora de Helpy

20 años

Sofía
Valencia
Abad

Fundadora
de Helpy

20 años

De una Mente inquieta nacen las mejores ideas

Siempre me he sentido impulsada por la curiosidad y el deseo de aprender. A los 16 años, cuando me gradué del Colegio Montessori, me preparaba para una experiencia internacional que se truncó debido a la pandemia. En lugar de frustrarme, utilicé el tiempo para avanzar en mis estudios de Administración y Mercadeo en la Universidad EAFIT. La pandemia me enseñó a adaptarme y a ser resiliente en un entorno cambiante.

Mi proyecto de emprendimiento, Helpy, es un claro reflejo de esto. Se trata de un centro de salud enfocado en educación pediátrica, que busca promover el bienestar físico y emocional de niños y adolescentes. A pesar de mi juventud, creo que mi experiencia personal y mi entendimiento de las nuevas generaciones me permiten ofrecer soluciones innovadoras y empáticas

Enfrenté muchos desafíos al comenzar mi carrera, especialmente en un entorno empresarial que a veces subestima a los jóvenes por su falta de experiencia. Sin embargo, creo firmemente que nuestra capacidad para adaptarnos y nuestra perspectiva única pueden ser enormes activos para cualquier organización. Mi generación está preparada para desafiar el statu quo y aportar valor de formas que antes no se imaginaban.

El desempleo juvenil es un reto significativo, pero, con un cambio en la mentalidad y una mejor conexión entre el sistema educativo y el mercado laboral, podemos lograr avances importantes. Mi visión para el futuro es seguir creciendo profesionalmente y contribuyendo al cambio con proyectos que promuevan el bienestar y el desarrollo integral de las personas.